"CAPÍTULO 1: SEGUNDO NACIMIENTO.
I: "EL NEXO".
Abrí los ojos, mucho. La imagen que se abría ante mí era apabullante, impresionante y al mismo tiempo hermosa: Me encontraba en una sala de proporciones titánicas. No importaba a donde dirigiera la vista, todo estaba muy lejos, pero también todo era gigante. El suelo adoquinado se perdía en un horizonte impreciso que no conseguía ver, pero se cortaba en el mismo punto donde nacían paredes irregulares que se elevaban innumerables kilómetros en las alturas, y que solo se unían en un techo uniforme e inalcanzable. Aquellos muros ridículamente altos albergaban puertas dobles, altas como un rascacielos, anchas como una gran avenida, adornadas con pomos y picaportes dorados que resaltaban en esas superficies de color madera. Cada una de las puertas era custodiada por dos estatuas que parecían de piedra, figuras humanas, pero sin sexo definido. Ambas tenían el pelo corto, rizado, o más bien ondulado, con rostros estilizados y miradas llenas de significado que compartían la una con la otra. Sus ojos blancos, carentes de dibujo alguno, se intercambiaban un aire de resignación, como si llevaran una eternidad viéndose y entendieran que eso jamás cambiaría. Se miraban como aquellos matrimonios que duraron cincuenta años juntos, que ya se conocen demasiado bien, que lo saben todo el uno del otro, que agradecen lo bueno y entienden lo negativo. Si bien se dedicaban las caras, sus cuerpos miraban en direcciones contrarias, opuestas, y sus piernas se arqueaban sugiriendo que caminaban alejándose de la puerta, mientras los brazos de ambas estatuas la sujetaban, dando a entender que la estaban transportando, como si la quisieran acercar al medio de la sala.Traté de contar cuantas puertas había pero me perdí cerca de la treintena, así que desistí, realmente eran demasiadas. Luego me percaté de que en aquella sala predominaba una especie de luz anaranjada, quizás amarillenta, como la que irradia el fuego de un hogar, pero me extraño no encontrar en ninguna parte su origen, era como si no partiera de ningún lado, estaba ahí y punto.
- Bienvenido, Bryan.
Me giré sobresaltado. Detrás de mí, aparecida de la nada, una figura de aproximadamente un metro setenta me miraba con ojos blancos, más profundos aún que los de las estatuas. Llevaba todo el cuerpo tapado con una túnica negra uniforme que le cubría hasta los pies. También la cabeza la tenía tapada, de una forma que me hacía recordar a los nómadas saharianos que había visto en algún documental. Fácilmente reconocí la voz que me había hablado antes de cruzar aquél portal, pero todavía me costaba definir su género.
- ¿Quién eres?¿Dónde estamos?- El latir de mi corazón era tan fuerte que hasta conseguía que la voz me temblara con cada golpe.
- Se que tienes muchas preguntas, yo tengo muchas respuestas, pero todo llegará a su tiempo, no tengas prisa. Todo lo que debes hacer ahora es escuchar.
- ¿Estoy muerto? ¿Quién eres, Dios, el Creador?
- El concepto de Muerte, como lo conocen los seres humanos, no existe. Todo se rige por una serie de estados no lineales conocidos como Existencias. Es difícil explicarlo en idiomas que puedas entender, pero todo se simplifica en el siguiente esquema: Existe un espacio conocido como Nhar-Rhu, La Nada, del que provienen todas las cosas y en el que todas tienen varias paradas a modo de renovación. Eso no hace que no podamos volver a algunos de los estados por los que ya hayamos pasado. Lo que, por tanto, nos hace infinitos. El lugar donde nos encontramos es conocido como el Nexo, existe uno para cada estado y para cada raza dentro de esos estados. Para que lo entiendas, de la misma forma que éste es el Nexo Humano, también existe uno para cada uno de los animales y plantas que conoces. Para conocerlos, debes ser compatible con ellos y, por tanto, renovarte en la Nhar-Rhu. Las puertas que ves son las que albergan cada una de las dimensiones a las que eres compatible en tu condición de humano.
- Así que puedo elegir en qué dimensión quiero renacer...- Las respuestas llegaban a mi mente como una iluminación.
- Exactamente. No puedes elegir totalmente el transcurso de tu existencia en ellas, pero sí el como vas a entrar a formar parte. La única consigna para salir de ellos es que lo hagas en cuerpo y mente. Osea, que si te matan pero no destruyen tu cuerpo, seguirás estancado en esa dimensión hasta que éste se descomponga, en el estado que los humanos conocen como espíritu o fantasma. Para poder entrar en una dimensión en la que ya hayas estado, debes primero pasar por otra, o por lo menos pasar por otro estado existencial.
- Entiendo. Así que puedo pasar dos veces seguidas por una misma dimensión, siempre y cuando use estados existenciales diferentes, por ejemplo, un humano y un caballo.
- ¡Bien! Lo vas agarrando rápido. Pasemos entonces a la siguiente lección: para cada existencia hay un "encargado", alguien que controle y salvaguarde el equilibrio en las dimensiones, que se encargue de que exista todo lo que tenga que existir en ellas. Bueno, yo soy el encargado de los humanos, así que, mientras seas uno, me rendirás cuentas a mí.
- Hablas como si me fueras a colocar a tu disposición- yo sentía que estábamos en una de esas calmas antes de la tempestad.- ¿Vas a ofrecerme trabajo?
- Los encargados de mantener y decidir las leyes de ese equilibrio somos conocidos en conjunto como el Tribunal Infinito, y somos los máximos exponentes de cada existencia., Bueno, algunos miembros tuvimos una gran idea, la cuál ya se está llevando a cabo con unos pocos: Si bien controlamos los parámetros existenciales, por las disposiciones de la Ley Infinita, no podemos incurrir en ninguna de las dimensiones, así que no podemos hacer más que poner herramientas desde fuera, o mandar señales que indiquen que la cosa va o no por buen camino. Así que la idea es poner a alguien que se encargue de mantener el equilibrio desde dentro.
-¿Qué te hace pensar que aceptaré esa oferta?¿Tengo que barrer los escombros de los desastres que hacen otros?
-No. Tienes que evitar esos desastres. Simplemente debes velar por el equilibrio de las cosas: El bien y el mal, la luz y la oscuridad, la paz y la guerra, el amor y el odio, y así todas las cosas que conforman el Equilibrio Dual. Habrá muchas cosas que te costará aceptar, y muchas otras de las que estarás orgulloso: Ese será tu cometido existencial. Te elegí a ti porque necesito a alguien que, no solo sepa discernir entre el bien y el mal, sino que pueda ejecutarlos sin perder su identidad, si sabes a qué me refiero. La idea todavía es un poco precoz, pero conviene llevarla ya a cabo para no quedarnos atrás. Ya hay miembros del Tribunal con Guardianes activos, y algo me dice que cada uno inclinará la balanza para su lado si no hay cierto control. Así que si aceptas el cargo trabajarás bajo el título de Guardián Dimensional y te encargarás del equilibrio humano. De todas formas deberás mantener en secreto tu cargo, siempre y cuando te sea posible, para no crear nuevos enemigos u obstáculos.
-¿"Si" acepto el cargo?¿Tengo opción de no aceptarlo?- No le veía la cara, pero me pareció que no le gustaba mi tono.- No digo que no me interese pero, al fin y al cabo ¿Qué gano yo con todo esto? No me critiques la pregunta, recuerda que soy humano y, como tal, ambicioso.
- Desde ahora debo avisarte de que es mejor que no te gane la codicia, porque si esta te ciega, ni yo podré aliviar tu existencia."
Parecía mentira. ¿Realmente el amo y señor del Imperio Dimensional había sido alguien tan ingenuo? Eso era algo que había sorprendido a Sihr-Thal desde que conoció al primer humano, ya hacía mucho. Codicia, hasta parecía que ellos habían inventado aquella palabra. Pero algo no encajaba: Bryan ya no era, ni mucho menos, del carácter de esa criatura que describía el cuaderno. ¿Habría cambiado?¿Sería posible curar la codicia?¿De verdad existía una cura para la Raza Humana?