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martes, 27 de agosto de 2013

SEIKAN MAKH-NAHÍN: EL PRINCIPIO DE HERENCIA GENÉTICA(PARTE 1)

Bryan y Rufus se miraron una vez más antes de continuar, se sonrieron. Ya hacía mucho tiempo que trabajaban juntos, tanto que hasta lo habían olvidado. Caminaban seguros, sabían a lo que venían. Orbe les había alertado de la dificultad de la misión pero eso les importaba poco: siempre les decían lo mismo. Parecía que no se dieran cuenta de que hablaban con los dos guerreros más ejemplares de toda la Red Dimensional. Al fin y al cabo ambos eran Lucindarkaín, se habían ganado el mayor de los títulos que una alma humana viva podía merecer. Se veía tan lejos el recorrido que habían hecho para llegar a eso, tan larga la tierra que habían conquistado...      Lucindar Makh'Nhan, la cuna de uno de los poderes más ancestrales del Universo de Creatis, la Luz Oscura. No se trataba de un elemento, así como el fuego, el agua, la tierra, el viento, el rayo... Más bien era un concepto materializado, una idea que había tomado cuerpo. En manos expertas, era capaz de curar el peor de los pesares, tanto como de despertar la peor de las pesadillas de la mente de lo seres con conciencia activa. El usuario de la Lucindar debía cumplir con el requisito de conocer y dominar las doctrinas del Bien Justo y del Mal Necesario en todas sus variantes. No era fácil decidir no participar en la lucha contra un acto catastrófico cuyo fin era mantener un equilibrio, así como se hacía inconcebible perdonar a aquellos que lo habían llevado a cabo, pero ese era el camino del portador de esa marca. La conciencia de un Lucindarkaín, o Caballero de la Luz Oscura, era la de alguien que ya no quería cambiarlo todo, aquél que había dejado de ser revolucionario, así como el otro que había ya olvidado el afán de conquista sobre lo que no le pertenecía. El título llevaba ese nombre, no porque anduvieran a caballo, ni porque blandieran armas pesadas o lucieran brillantes armaduras, mas por el hecho transportarse sobre una carga tan portentosa como la de haber tomado una decisión más allá de la ambición, la satisfacción y el auto-consuelo. Aun así, no se trataba de seres Etéreos, tenían sentimientos, por supuesto, pero lo que los diferenciaba de otros seres, era el hecho de que habían encontrado la forma de dominarlos, de tenerlos solamente como valiosas herramientas para su cometido. No siempre eran guerreros, a veces el usuario era simplemente una alma errante, o alguien que anhelaba una harmonía para su existencia. No habían renunciado a ninguna evolución ni tecnología, simplemente, no las necesitaban. Como únicas pertenencias conservaban aquello que los identificaba: los Símbolos, marcas en sus cuerpos que certificaban su nivel de Equilibrio, sus logros, los desafíos completados. Cuantas más marcas tuviera el Lucindarkaín, más conocimiento portaba, y más respeto merecía de sus semejantes.
No habían renunciado a los placeres naturales, pero ya hacía tiempo que los habían dejado de catalogar como necesidades: comían, bebían, dormían, sentían amor y odio, pero jamás aquellos factores eran dominantes en sus conciencias. El Caballero de la Luz Oscura era un guardián del equilibrio, así que debía mantenerse a él mismo en ese estado para cumplir su función, y tenía bien claro que su función no era ser una mera herramienta, sino aquella mano que la accionaba.


- Presentaos.- Un hombre de apariencia madura y mirada soberbia los miraba desde sus dos metros de altura, aparentemente esperando un estímulo para soltarles una bofetada.

- Aspirantes a Sehn Khu Dai Bryan y Rufus, venimos de Lucindar Makh-Nahn.- El Black no estaba seguro de haber convencido a su interlocutor.- Creo que estas son las invitaciones.